La vida, no siempre fluye en el sentido de las manecillas que nos gustaría. Por ello, salimos a nuestros propios pasos y hacemos sombra en el mundo de a poquito, a nuestra manera, casi como una tormenta silenciosa.
¿Que ninguna tormenta es silenciosa?
¿Y la tormenta del corazón? Juan, ha crecido libre, con sus amigos y su primera flor, su primer y verdadero amor. Pero sin explicaciones, es arrancado, para darle un futuro en un lugar desconocido y entre gente que no distingue entre carteras repletas a amigos o enemigos.
En este libro, se desglosa la segunda parte de su historia, las pequeñas rebeldías que a modo de viaje, van paliando las soledades de la vida en internados y libros. Esa carencia afectiva de su madre, la rabia contenida de no saber bien cuál era la situación por la cual Andrés, su abuelo, no movía un solo dedo para rescatarle de la pesadilla de marchar y abandonar sin despedidas su pueblo y sus amigos, hacen que el protagonista busque mochila en ristre, una familia con la cual compartir los pocos ratos que deja libre el mundo de los negocios a los cuales se ve abocado. Generando así, con el paso de los años, una excusa para poder enfrentarse a sus miedos e iras internas. Cuando lo consigue, ya es demasiado tarde y una parte de su mundo, se ha consumido. Pero... ¿Qué vida es completa?
Aún así, sin completarnos, damos pie a situaciones de encuentro, de perdones, de estrellas que guían...
Pero claro, algo hay que dejar para los lectores y la imaginación.
Disfruten de un viaje a mil lugares que no llevan a otro rincón, que al corazón del hombre.