Sinopsis del libro Luces y sombras
La vida es una continua paradoja; el despliegue constante de los contrarios: la OMS define la salud como la ausencia de enfermedad; el bien solo tiene sentido al contraponerlo frente al mal y no serían posibles las sombras si no existiera la luz.
Debemos acostumbrarnos a esta vida llena de contrarios, de misterios, de dobleces, de síes y de noes, de blancos y de negros, de luz y de oscuridad. Es más, no solo debemos acostumbrarnos a la contradicción, sino felicitarnos por ella y maldecirla constantemente.
No debemos alejar de nuestro lado aquellos que nos auguran alegrías y sufrimientos, sino aquellos que nos prometen solo felicidad; debemos alejarnos de aquellas personas que nos prometen un mundo lleno de armonía y estar muy cerca de aquellas que ven en el caos un indicio de orden y en el orden un indicio de caos…
Hegel presentaba una tesis y una antítesis y celebraba luego la síntesis de los contrarios. Por eso su filosofía es una filosofía muerta. Una filosofía orgullosa de presentar el fin de la historia como algo positivo. Nosotros, al contrario que Hegel, debemos celebrar la tesis y la antítesis y repudiar la síntesis, que es como el agua estancada de un lodazal, en la que no existe ni el flujo ni el reflujo del paradójico mar.
Hay gente todavía que no se da cuenta de que no es posible el reverso de un folio sin su anverso y que sin el uno y el otro no existiría la hoja.
Las paradojas que contienen este librito están escritas en noches de insomnio y después de siestas de ocho horas; una la escribí después de echar el mejor polvo de mi vida y la otra después de un terrible gatillazo: la primera era asquerosamente triste y la segunda la más alegre que he escrito jamás. Todas ellas tienen algo en común: que las letras que las forman provienen del alfabeto latino. Aparte de eso no sé que otro nexo puede haber entre ellas. Disfrutad de estas paradojas tanto como yo me amargué escribiéndolas. |